Court Central

Podría resultar muy costoso presionar políticamente al Central para que “le dé una mano” al crecimiento en 2017.

Pablo Correa

Economía, La Segunda

La sorpresiva y baja inflación del mes de septiembre (0,2% versus el 0,6% que esperaba la mayoría del mercado) ha abierto la discusión respecto de cuál debiese ser la trayectoria de la política monetaria en el corto plazo. Adicionalmente, esto se produce en un contexto donde el período de cinco años de Rodrigo Vergara a cargo de la Presidencia del Consejo del Banco Central se aproxima a su término, el próximo diciembre.

Si bien la lectura puntual del mes de septiembre fue efectivamente una sorpresa, tanto el Banco Central como muchos economistas privados había anticipado que la inflación iba a converger en forma relativamente rápida al 3% en estos meses, producto de la reciente apreciación del tipo de cambio en conjunto a una demanda interna que se niega a repuntar. Esto mismo también había generado ya un cambio en el sesgo de la política monetaria hacia uno neutral en el más reciente Informe de Política Monetaria.

Luego, la sorpresa es más bien acotada. ¿Vale la pena, entonces, reclamar hoy por un ajuste más rápido y decidido en la tasa de instancia? ¿Es razonable que algunos agentes de mercado pidan que el Banco Central salga a “dar explicaciones”?

Probablemente en los próximos meses tenemos que ser especialmente cuidadosos con la institución del Banco Central. Esto dado que va a ser tentador utilizar los mecanismos de política económica (tanto fiscal como monetaria) para impulsar a una economía que, si bien parece enfrentarse al fin del ajuste del ciclo externo, no muestra señales de mayor mejoría de cara al 2017. Así, demandar que el Banco adopte en forma acelerada un cambio en su discurso y praxis, por ejemplo, bajando la tasa este año, puede ser atractivo.

Sin embargo, hay que recordar, tal como lo señala Vergara en la presentación del IPoM de septiembre, los límites de la política monetaria en este caso. Lo que Chile experimenta hoy no tiene que ver con un ciclo puramente exógeno, ni tampoco lo hace con una política restrictiva, muy por el contrario. Por lo mismo, los beneficios de un cambio en la dirección de la política monetaria no son para nada evidentes. Al contrario, sí podría resultar muy costoso empezar a presionar políticamente al Central para que “le dé una mano” al crecimiento en 2017.

Esta situación se complica, como decíamos, en un contexto donde el ejecutivo tendrá que decidir si mantiene o no a Vergara a cargo del Consejo, y en caso de no hacerlo nombrar a su remplazo.

Así, el mundo privado, los analistas de mercado y economistas deberán ser como nunca cuidadosos en sus análisis, planteamientos y lenguaje, puesto que serán meses donde el juego no será sólo de política económica, sino también partidista y electoral.

Economía – La Segunda
Autor: Pablo Correa
OCT 17, 2016
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