Set point: Valdés

Haber logrado imponer la lógica de la responsabilidad, a través de un incremento del presupuesto fiscal para el próximo año de un 2,7%, fue sin lugar a dudas un gran triunfo del ministro de Hacienda. Si bien él mismo ha dicho que no le gusta que se lea en la lógica de un campeonato deportivo, es difícil no encontrar un dejo de victoria de la política pública técnica versus la improvisación, de la seriedad y realismo frente a la política -como dijera el ex Presidente Lagos- del mundo de “Bilz y Pap” que hemos visto durante los últimos años.

Las políticas del gobierno de la Nueva Mayoría se han caracterizado en general -desde lo técnico- por sus errores de diagnóstico y su mala implementación, dejando de lado todas las consideraciones políticas, la falta de construcción de acuerdos o su fuerte carga ideológica. Si se hubiera seguido con esa tónica para la formulación del presupuesto fiscal, era fácil echarle la culpa al empedrado (léase ciclo de las materias primas) y, tal como se hizo en 2015, apostar por la vieja y muchas veces errada premisa de que más gasto público implica más crecimiento.

Por el contrario, la expansión moderada del gasto propuesta para 2017 reconoce que lo que Chile atraviesa actualmente no es sólo un shock externo que necesita de una ayuda transitoria del Estado, es algo más estructural que tiene que ver con la caída de la productividad, la pérdida de competitividad internacional, la incertidumbre laboral, tributaria e institucional instalada por la Nueva Mayoría, entre otros factores. Es por lo mismo, un triunfo del realismo.

Al mismo tiempo hay también un triunfo de la economía sobre la política, algo que empezamos a perder hace unos diez años atrás. Este presupuesto no es cualquiera, es el que va a estar en implementación durante un año de primarias, elecciones presidenciales y una renovación del Congreso bajo un nuevo sistema electoral. La tentación política de incrementar el gasto y “chutear” los costos a otra administración eran enormes, pero como bien dice el ministro Valdés, las elecciones no se ganan entregando bonos o subiendo las remuneraciones de los empleados fiscales, sino que se ganan de dos maneras: la primera es haciendo un buen gobierno y la segunda es a través de proponer ideas factibles para resolver los problemas reales de la ciudadanía.

Veamos ahora cómo reacciona el Congreso y los partidos políticos. El país pide a gritos que vuelva la cordura y la honestidad a la discusión política. Ojalá que la oposición no adopte la postura fácil de alegar sin proponer, y que el oficialismo reconozca los límites de su voluntarismo y corrija los errores pasados. Si no, creo que los chilenos estamos próximos a perder la paciencia frente a esa forma de hacer política.

Economía – La Segunda
Autor: Pablo Correa
OCT 3, 2016
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