Las advertencias de Vergara

“Urge una solución política que genere credibilidad y tranquilidad de que independiente del ministro de turno, la sustentabilidad de las finanzas públicas esté resguardada”.

Pablo Correa

Economía, La Segunda

Pocas veces habíamos tenido la oportunidad de escuchar a un presidente en ejercicio del Banco Central hablar tan claro como lo hiciera Rodrigo Vergara ante el pleno del Senado, en la presentación del que probablemente sea el último Informe de Política Monetaria bajo su conducción.

Más allá de la siempre clara descripción que el Banco Central entrega respecto de la marcha de la economía internacional y doméstica, y de las estimaciones coyunturales de inflación o crecimiento, en esta oportunidad Vergara aprovechó de recordarle al mundo político lo que se le puede (y lo que no) pedir a las políticas económicas.

La primera advertencia fue no pedirle peras al olmo. Vale decir, que ni el Banco Central a través de la conducción monetaria, ni el Ministerio de Hacienda con la fiscal pueden eliminar los ciclos económicos: estos dependen de otras variables como shocks externos, de precios o financier o s , d e t e r i o r o de e x p e c t a t i v a s o institucionales, y lo único que pueden intentar hacer (forma transitoria) es suavizar el impacto de ellos. Pero no existe una varita mágica como muchas veces el mundo político pide, para “arreglar” una economía debilitada por otras fuerzas.

El segundo mensaje fue que, si queremos que las políticas fiscal y monetaria tengan la capacidad de reducir el impacto de los ciclos negativos, se necesita que ambas sean creíbles y descansen en una institucionalidad sólida, que resista las presiones del ciclo político de corto plazo. En el caso de la política monetaria, 27 años de autonomía del gobierno de turno por parte del Banco Central más el compromiso de su Consejo han logrado que más allá de las desviaciones de corto plazo, cuando nos preguntan cuánto será la inflación en 2, 5, 10 o 20 años, la respuesta es siempre 3%, algo extraordinario que se ha transformado en ordinario.

El caso de la política fiscal es mucho más complicado: las presiones y la dependencia del mundo político es abrumadora, las reglas si bien existen son más discrecionales y con gobiernos relativamente cortos, la tentación de “pasarle la pelota” al próximo es enorme. Acá urge una solución política, que blinde la metodología del balance estructural a las tentaciones contables, que genere credibilidad y tranquilidad de que independiente del ministro de turno, en el mediano plazo la sustentabilidad de las finanzas públicas esté resguardada.

La última advertencia de Vergara fue la más dura a oídos del mundo político: el crecimiento no está garantizado, depende de las decisiones que ellos tomen, y nada, absolutamente nada, puede sustituir el rol que tiene el crecimiento económico en la generación de empleo y recursos fiscales para financiar los programas de gobierno. En otras palabras y aunque no les guste, la política sí se encuentra subordinada a la economía.

Economía – La Segunda
Autor: Pablo Correa
SEP 12, 2016
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